“…Pero cuanto más vivo en este barrio, más se me hacen evidentes las significativas acciones que sus habitantes aportan a la vida comunitaria.”
En el año 2024 se cerró el último parque para perros cercado del barrio Gótico, lo que me hizo reflexionar sobre el barrio que ha sido mi hogar durante los últimos ocho años.
Sentir pertenencia en un barrio donde hay escasos espacios de socialización libre de consumo, donde existe un constante flujo de turismo, sumado a la falta de áreas verdes que alivien el paisaje de cemento y el calor urbano, hacen que no sea un barrio amigable y cercano para sus habitantes. Pero cuanto más vivo en este barrio más se me hacen evidentes las significativas acciones, grandes o pequeñas, que sus habitantes aportan a la vida comunitaria.
Una oda al Gótico plasma a través de la fotografía analógica en blanco y negro, una perspectiva personal de la vida en este barrio. Busco reflexionar y poner en valor las acciones cotidianas individuales y/o colectivas, de las personas que habitan este barrio. Destacando cómo estas prácticas contribuyen a la (re)población de la naturaleza y a la (re)ocupación de los espacios públicos.
Una oda al Gótico

